María Francisca Iturriaga Dañobeitia, Mary, nació en Erandio el 22 de enero de 1912, hija de un armador de Laukiniz y de una baserritarra de Loiu.
La actividad económica y el tráfico marítimo en Bilbao en los albores del siglo XX permitieron al padre de Mary, Cándido de Iturriaga, hacerse con un patrimonio inmobiliario al comprar caseríos en el Txorierri y en el Munguiesado a propietarios que amenazaban con el desahucio a sus inquilinos. El objetivo de Cándido era respetar la ocupación de los mismos por los usuarios históricos.
Mary se crió en un ambiente acomodado para la época, y al mismo tiempo solidario. Unía a su religiosidad el apoyo a los más débiles y el compromiso político con el euskera y con el Euskal Emakumeen Batza, de la cual fue secretaria en Bilbao antes de la contienda del 36. Todo ello la llevó al exilio a Francia y luego a Bélgica. Su formación como asistente social en Bruselas le permitió ofrecer un inestimable apoyo a la diáspora vasca en estos países. Corría el año 1946 cuando su padre enfermó y murió. Ella, con gran dolor, no pudo acompañar a su progenitor en sus últimos días.
A Mary le caracterizaba su austeridad, su generosidad, la perseverancia y constancia y muchas veces la vehemencia con la que abordaba los retos. Mary tenía una rebeldía contestataria, pero constructiva.
A su regreso a Euskadi, trabajó como obrera en la fábrica “Palmera” de Irún (años 57-58) y se movió en ambientes obreros y cristianos, con especial debilidad por los marginados y desprotegidos. En esos años tuvo interés por las casas de medio camino para recuperación de alcohólicos y enfermos psíquicos.
Cuando falleció su madre, en 1962, y después de recuperar los bienes que le correspondían por herencia paritaria con su hermana, fue dando forma a lo que luego se convertiría en la Fundación.
El 20 de abril de 1965, Mary acudía al notario Luciano Teijeiro de Las Arenas (Getxo), para constituir la Fundación Cándido Iturriaga y María Dañobeitia, nombre elegido por aquella en memoria de sus padres.
Mary pretendía así poner sus bienes patrimoniales y financieros al servicio de una causa que ella consideraba de máximo interés: Impulsar la formación y la promoción humana, social y técnica de quienes se dedicasen al sector primario.
La luego conocida como Fundación Iturriaga Dañobeitia Fundazioa (IDF) surge como una entidad mixta (benéfica y docente), de carácter particular y naturaleza permanente, con personalidad jurídica propia y plena capacidad de obrar, con domicilio social en Asua-Erandio.